Y tras pelear contra las crisálidas, llegaron más y más bichitos de todos colores que comieron también de la huerta pero no entorpecieron la cosecha. Lagartos, mil pies, cien pies, arañas rojas, abejas, colibries. Todo el que quiso servirse lo hizo.
Salieron melones de todos tamaños. Muy pocos tamaño comercial. Llegaron dulces a nuestras manos.
Algunos fueron asombrosamente pequeños y nos hicieron pensar en cuánto se tira o cuánto se estimulan los no orgánicos para poder comercializarlos en su altísima proporción.
Varias especies. Varios tamaños. Diferentes sabores. Algunos más aguados que otros. Todos dulcísimos. Con el centro naranja intenso y la cascara casi dulce también. Maravillas de la tierra.
Y para nuestra sorpresa también salieron sandías. Sólo creció una planta que dió lugar a tres pequeñas y dulces sandías que compartimos entre residentes y trabajadores del complejo.
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